Reflexiones personales acerca de mi desempeño docente
Ser maestro implica una gran
responsabilidad, compromiso, trabajo, actualización permanente y en ocasiones,
invade nuestra vida familiar anteponiéndose a ésta. Es difícil el camino, pero
prometedor; nunca terminas de aprender y reconocer que lo pudiste haber hecho
mejor, mas lo importante es tener el corazón y cerebro sincronizados, con la
misma visión y misión; ser maestro sin duda es de las más arduas profesiones y como dijo Víctor Hugo: el porvenir
está en nuestras manos, ¡Qué responsabilidad!
A lo largo de mi camino como docente
he tenido satisfacciones y tropiezos, estos últimos, los he tomado como
oportunidades para crecer y mejorar mi desempeño, porque si algo tengo claro es
la gran responsabilidad que acepté el día que decidí ser maestra, conmigo no
vale la simulación, estamos trabajando con seres humanos ávidos de aprendizajes
que transformen su vida, que mejoren su realidad y no estoy de acuerdo con los
procederes faltos de ética, de entrega, de compromiso. Hoy somos el blanco de
la sociedad que demanda calidad educativa para sus hijos y están en todo su
derecho, porque educar es cambiar la vida de los hombres, es hacer de ellos, como lo dijo John Ruskin, alguien
que no existía. En repetidas ocasiones he sentido que no puedo con tal
compromiso, que debí escoger otra profesión, que me desgaste menos, pero luego
me invade un pensamiento positivo que me alienta: yo nací para ser maestra,
tengo mucho que ofrecer y aprender, amo lo que hago, me ha hecho crecer, ser
mejor persona; los niños me necesitan y yo los necesito a ellos.
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